Ni es oro todo lo que reluce…

… ni criminal toda novela que contiene, al menos, un muerto en circunstancias cuestionables.

Y me digo esto añorando aquellos tiempos en los que las editoriales «respetables» huían como de la peste de las etiquetas «policíaca», «criminal» o «negra» al considerar éste un género menor al que debía reservarse un hueco, como mucho, en los calurosos y ociosos meses de verano.

Sin embargo, los tiempos cambian y si bien lo de «policíaca» todavía puede provocar cierto rechazo, no hay editorial que no califique sus novelas como negras a poco que alguien muera en circunstancias no demasiado claras.

¿Será que lo de la etiqueta negra huele a distinción? ¿Será que el género vende?

Y viene esto a cuento de la última novela que traté de leer, animado por su adscripción a mi género favorito y, sobre todo, porque estaba escrita por una mujer de apellido claramente griego -luego me enteré de que era británica- y en Grecia situaba la acción de sus novelas: Anne Zouroudi.

Y siendo como soy fiel seguidor de Petros Márkaris y atrayéndome más lo mediterráneo que lo nórdico, allá que me fui, a la isla de Thiminos, en la que transcurre su primera novela presuntamente criminal: El mensajero de Atenas.

La novela arranca con el hallazgo de un cadáver al fondo de un acantilado, el de una mujer llamada Irini de la que iremos conociendo su vida y milagros a lo largo de la historia. Y continúa con la aparición en la isla de un extravagante comisario que nadie sabe muy bien de dónde ha salido, un tipo al que la autora le coloca unas zapatillas de deporte blancas como complemento al traje que suele vestir, pensando, supongo, que así caracteriza de un modo original a un personaje al que seguirá utilizando en sucesivas entregas aunque a mí, mira por dónde, me recuerda los inicios de Emilio Aragón en la tele una vez que abandonó el cencerro que acompañó durante años a su alter ego Milikito.

Pues bien, lo que viene a continuación es, a pesar de ese inicio, una novela muy bien escrita, que en ciertos momentos se sigue con interés, claramente costumbrista, que nos describe con precisión la vida invernal en una isla perdida en el Egeo, una vida triste y solitaria bien distinta de la animada estación veraniega.

Punto. Nada más. Porque me empeño en encontrar motivos que justifiquen mi desembolso animado por lo de «negra» o lo de «Poirot griego» que he leído en alguna parte y, lo siento, no los encuentro por ningún lado.

Y repito: la novela está muy bien escrita y puede merecer la pena si costumbrismo es lo que buscas. Pero que no nos pretendan vender la moto de que se trata de una novela negra -ni policíaca, ni criminal- por mucho que haya un muerto a las primeras de cambio y un tipo gordo con zapatillas de tenis dispuesto a husmear.

2 comentarios sobre “Ni es oro todo lo que reluce…

  1. Desde el «boom» Stieg Larsson se ha puesto el género de moda, como bien dices, y ahí sigue. Algo parecido sucedió con la «novela histórica» siguiendo la estela de Ken Follet o cuando toda historia que se preciara debía estar situada en el Vaticano y tener unos curas o unos papas malos, muy malos para mayor honra de Dan Brown. Tampoco hay que darle más importancia, aunque la verdad es que fastidia ir a leer algo y que luego resulte que no es lo esperado.

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