Le atendió Ramiro B (49)

¡Cómo me gusta tener todo bajo control! ¡Cómo disfruto sabiendo que todo sigue el guión marcado! Que pronto, tal vez esta misma mañana, Carmen no resistirá la curiosidad de saber quién le deja notas en los libros que compra en esta librería. Como el que se llevó ayer por la tarde y que pude manipular precipitadamente mientras ella buscaba la tarjeta de compra en su cartera.

Cuando esta noche compruebe que la mosca ha caído en la red tejida en mi contestador, le devolveré la llamada, me convertiré en Manuel por unos minutos y le diré que mañana mismo, sin falta, nos veremos en la tienda. Que iré vestido con la ropa que tan bien me queda, la que le he recomendado a Manuel al verle por aquí –el pobre se ha quedado de piedra cuando le he dicho que una clienta me ha preguntado por él, que le gustaría verle una mañana de estas aunque no sabe exactamente cuándo podrá acercarse y que se le ve muy atractivo sin barba y con jersey negro, que parece mucho más joven.

Con esos pensamientos me he deleitado durante toda la jornada, que se me ha hecho más larga de lo habitual por las ganas que tenía de llegar a casa y lanzarme sobre el teléfono, ver la luz parpadeante y escuchar la voz –supongo que un tanto confusa e insegura– de Carmen.

infusion

¡Qué desilusión al ver que nada de eso había sucedido! Le he preguntado a Carlos –que tenía una cara horrible, por cierto– si alguien había llamado en mi ausencia. Me ha contestado que cómo lo iba a saber él si acababa de llegar a casa minutos antes que yo. Y eso que ha estado a punto de volverse del trabajo antes de lo normal por el catarrazo que llevaba encima, pero que con todo el curro que tenía en la oficina le había sido imposible.

Me ha dado pena verle tan congestionado, le he preparado la infusión de eucalipto que me hacía inhalar mi abuela cuando era crío y le he mandado a la cama de inmediato. Incluso he sentido tentaciones de arroparle y plantarle un beso en la frente mientras le recitaba eso de “cura sana, cura sana…”.

Tampoco hay que pasarse, que luego se me acostumbra mal.

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