Para quienes nos dedicamos al comercio minorista, lo único decente de los sábados es que preceden a los domingos. Nada más. De pequeña todavía podían tener algún aliciente, por ejemplo, que podías pegarte la mañana sin hacer otra cosa que ver la televisión, aunque visto desde la distancia que dan los años, no sé qué podía tener de especial pasarse una mañana entera aguantando a Torrebruno, lo único que se podía ver en la cadena única.
Lo malo del primer sábado de mayo es que precede al primer domingo de mayo, o sea, el Día de la Madre. Vale, permite hacer caja extra pero no deja de ser una putada para las que también somos madres y además tenemos que levantar la persiana. En fin, sé que se avecina un fin de semana de mucho trabajo, incluso he tenido que recurrir a un amigo de Lorenzo, estudiante todavía a pesar de sus casi treinta años, pero es que pertenecer a la tuna es lo que tiene. En todo caso, el chaval es voluntarioso y trabajador -si no tenemos en cuenta lo de los estudios- y no le importa repartir el día entre flores y alguna que otra comunión que amenizar. Lo que no me hace mucha gracia es que venga disfrazado, capa y pandereta incluidas, pero el muchacho dice que, si no, no le da tiempo de ir a cambiarse a casa.
Llego a la floristería a las nueve de la mañana. Pilar, Lorenzo y Julián el Tuno ya están aplicados a la elaboración de vistosos ramos que deben servir para decir “cuánto te quiero, mamá” aunque sea una vez al año. Por cierto, que jamás he soportado a esos babosos de hombres que acostumbran a llamar mamá a su parienta. Leonardo lo achacaría, sin duda, a un complejo edípico no superado. A mí me parece, simplemente, que la razón para comportarse así es que todavía no se han caído del árbol y comienzo a dudar que algún día lo hagan.
Leonardo es el presunto psicólogo que me manda los clientes especiales, el mismo que observo me ha dejado un mensaje en el contestador de mi despacho. Porque sólo él me deja mensajes; Luis, mi hijo o cualquiera de mis conocidos suelen localizarme en el móvil, pero Leonardo tiene la orden expresa de dejarme un mensaje en el contestador cuando la ocasión lo requiere.
Como digo, el piloto rojo parpadea y sé perfectamente lo único que puede significar. Pulso el botón de lectura y tomo asiento en mi sillón de jefa.
“Te mando unas orquídeas delicadísimas. Tal vez lleguen hoy mismo. Riégalas bien y si tienes alguna duda sobre su cuidado, llámame”.
Como si no conociera yo, después de tantas horas de vuelo, el modo en que deben cuidarse unas orquídeas por muy delicadas que sean. Pero claro, una contraseña es una contraseña y, o se dice bien, o no se dice, que luego sería yo la primera en sospechar que alguien estaba suplantando a mi psicólogo de toda la vida.
La verdad es que no me apetece tener que atender hoy a un cliente especial, con tantos clientes normales que supongo vendrán a hacer su compra anual de flores. Pero no soy yo quien para elegir el momento en que alguien se quiere suicidar: mi negocio es como una funeraria, y no sé de ninguna funeraria que le diga a sus clientes que vaya día han elegido para palmarla, precisamente hoy que hay partido en la tele.
Lo que sí hago es pedir a Pilar que sea discreta -todo lo discreta que puede ser esta chica- cuando llegue el cliente. A continuación, compruebo que todo está en orden en el despacho: la luz tenue, la silla que ocupará el cliente de modo que no pueda contemplar con detalle mis facciones, la cámara de vídeo cargada, el mando a distancia con que activarla con pilas nuevas para que no falle, que luego resulta incómodo decirle al cliente eso de “¿le importa que grabe este momento para la posteridad?”. La mía, se entiende, que cuando uno de mis clientes es grabado significa que ya no le queda demasiado futuro que disfrutar.
Y el disco con la música apropiada, ese recopilatorio de versiones de Gloomy Sunday que nunca falla para crear el ambiente adecuado para momentos como el que se avecina. Como no sé qué tipo de cliente es el que me va a visitar, decido recurrir a todo un clásico, coloco el disco en el reproductor y busco la versión de Billie Holiday, una de mis favoritas y que suele gustar a todo el mundo.
Fragmento de la tercera novela protagonizada por Tana Marqués, todavía en preparación (y lo que le queda, supongo)
Mnie u nich uwiera dużo wiÄ™cej, ale oni siÄ™ tym tak bardzo jak Pan nie prii…mujÄj.OczywzÅ›cee opisaÅ‚ pan to,co pana,jak i mnie w PJN-ie uwiera.ZamieÅ›ciÅ‚ pan zdanie w sowim tekÅ›cie,które moim zdaniem byÅ‚o niepotrzebne,ponieważ dotyka spraw prywatnych nie zwiÄ…zanych z politykÄ…,dlatego wyraziÅ‚em jedynie swojÄ… opiniÄ™.Wiem również,że oni nie przestrzegajÄ… żadnych zasad.Å»yczÄ™ miÅ‚ego wieczoru.