«La otra vida de Ned Blackbird» o la reivindicación de la mujer independiente y los libros de a duro

blackbirdLo siento, no puedo con este hombre. No puedo crearme expectativas, quiero decir, porque novela tras novela se empeña el canario en pulverizarlas. Porque cada vez que me digo “esto es lo mejor de su obra”, llega Ravelo, da un salto mortal y la barrera de calidad se va a hacer puñetas.

Hasta ahora y desde sus inicios le había disfrutado en su producción más o menos abiertamente criminal, con aquella saga de la iniquidad con La noche de piedra o Los días de mercurio que cayeron en mis manos hace más de un lustro, casi una década si me apuras; con la trilogía de Eladio Monroy, un medio detective clásico trasladado a tiempos más actuales; o con los últimos, contundentes y premiados trallazos con que nos ha obsequiado en estos últimos tres años: La estrategia del pequinés, La última tumba y Las flores no sangran.

También, obviamente, cuando nos gasta una broma, se traviste de M. A. West y nos regala una joyita como El viento y la sangre.

Así que arranco la lectura de La otra vida de Ned Blackbird -a sabiendas por lo poco que he leído en las redes de que hay cambio radical de registro- sin marcarme límites, sin preguntarme hasta dónde puede llegar el autor con su nuevo trabajo pero sabiendo que, seguro, me sorprenderá.

Y vaya si lo hace, tocándome además la fibra sensible, aquella que descubrí hace mucho tiempo leyendo libros austerianos en los que el azar y los acontecimientos en apariencia nimios y cotidianos sirven de punto de partida para tramas envolventes, mágicas por momentos y de imprevisible desenlace.

Porque a ver, con sinceridad: si en un momento dado tuvieras que alquilar un apartamento y encontrases en él las pertenencias de la anterior inquilina, ya fallecida, ¿no meterías las narices en su vida aun a riesgo de verte como un cotilla, como un violador de la intimidad ajena? ¿no rebuscarías entre sus fotografías en blanco y negro o, todavía más grave, accederías a sus pensamientos a través de cartas y diarios?

Pues eso es, ni más ni menos, lo que hace Carlos Ascanio, profesor universitario recién llegado a la localidad isleña de Los Álamos, con la vida de Celia Andrade, mucho más que una simple maestra jubilada como irá descubriendo en esta deliciosa novela que sirve, de paso y como quien no quiere la cosa, de reivindicación, a través de la mejor literatura, de la obra de tantos denostados autores que pasaron noches en vela redactando novelitas de a duro con las que conseguir llegar a final de mes; y de reivindicación, todavía más importante, de la figura de la mujer independiente, inconformista, orgullosa y segura de sí, todo ello en los grises tiempos del franquismo en los que la mujer debía abandonar su puesto de dependienta de Galerías Preciados en el momento en que decidía pasar por el altar.

Nada más diré de la trama, sería algo así como hurtar el legítimo placer del que disfrutará el lector que acometa la lectura de esta, una vez más, pequeña gran novela de uno de mis escritores de cabecera.

Don Alexis, maestro, aquí tiene usted un admirador, un esclavo, un amigo, un siervo. Y lo sabe.

 

La otra vida de Ned Blackbird

Alexis Ravelo

Siruela

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