Más de una vez me he dicho que en algún momento debería parar un poco a pensar el cómo, cuándo y por qué de las redes sociales que frecuento más o menos habitualmente: Twitter, Google+, Facebook, Linkedin, Tumblr, Pinterest…
Como quiera que en breve tendré la suerte de poder participar en #Lared140, evento nocturno-social y tal y tal del que di algún detalle aquí, tal vez sea este el momento adecuado para hacer (me) esas breves reflexiones acerca de mi vida en el interior de una pantalla de ordenador. Nada sesudo, que doctores tiene la ciencia, sino algo muy personal. Y como no se me ocurre si ordenarlas alfabéticamente, en función de mis preferencias, de la frecuencia con que las uso o por algún otro criterio más o menos arbitrario, lo haré cronológicamente, es decir, de acuerdo con el momento en que comencé a utilizarlas. Y la cosa empezó, cómo no, en…
1.- Facebook. Allá a finales de 2008, poco después de que se lanzara la versión de la red en español sin saber muy bien -nada bien, en realidad- dónde me metía ni para qué servía semejante invento. Por probar cosas nuevas, simplemente.
Con el tiempo, cerca de 700 «amigos», algunas páginas a administrar y demasiadas horas dedicadas a algo que cada vez me gusta menos, en la que solo me mantengo por seguir en contacto con un centenar de irreductibles feisbuqueros a los que no puedo convencer de que prueben otras cosas y administrar dos de esas páginas que requieren presencia en la red del amigo Zucky. Poco más.
Y no es que me desagrade por todo lo que se cuenta sobre la privacidad y el uso que Facebook hace de lo que ahí ponemos -como explica un buen amigo, «si quieres que algo no se sepa, no lo pongas en una red social»- sino por su funcionamiento basado en la reciprocidad -¿cómo decirle a alguien que no quieres ser su amigo, cómo darle ese disgusto a pesar de que aceptarle en tu familia te suponga tener que ver en tu muro contenidos que ni te van ni te vienen?-, la publicidad desmedida y, sobre todo, la hipocresía de las reglas de juego establecidas por el propietario del chiringuito: si yo pongo determinadas imágenes -no necesariamente pornográficas, basta con que sean sexualmente sugerentes- me pueden cerrar o bloquear la cuenta; sin embargo, gracias a esa abundante publicidad antes citada puedo saber dónde encontrar las solteras más calientes de mi ciudad o si a determinado amigo mío le gustan los Durex de fresa o los de chocolate. Así que, o nos la cogemos con papel de fumar todos o se rompe la baraja.
2.- Twitter. Ya llevaba un tiempo funcionando cuando decidí abrir cuenta en la red del pajarito azul. Finales de 2010, el 30 de noviembre según me chiva Hootsuite, el cliente que utilizo para gestionarla desde el PC. Y, como en Facebook, sin saber muy bien para qué y cómo utilizarla. Es más, para un tipo con cierta incontinencia verbal, eso de autolimitarme a 140 caracteres…
De todos modos, y una vez conseguido un cierto número de seguidores -bastante vinculados a mi perfil «profesional», ese que me relaciona con el género negro y sus alrededores- enseguida comprendí -las estadísticas lo respaldaban- que Twitter se iba a convertir en la principal puerta de entrada para mi blog -eso sí, teniendo en cuenta el carácter absolutamente efímero de los tuis es conveniente publicar el mismo enlace un par de veces al día para ser visible a ambos lados del océano-, solo por detras del omnipotente buscador Google, además de, por supuesto, servir de desahogo para esas impertinencias presuntamente ingeniosas que de pronto se le ocurren a uno o como fuente de información casi inmediata de lo que a cada cual le interesa: está pasando, se lo estamos contando.
Y fue cuando casi renuncié a entrar en Facebook -a principios de este mismo año- cuando comprendí que, lo mejor de todo, el pájaro me ponía en contacto con aquellas personas que tenían el detalle -y buen gusto- de leer mis novelas, conocer de primera mano sus impresiones, recibir sus halagos y también sus críticas.
Una red que uso, sobre todo, mediante el smartphone, artefacto en mi opinión ideal para estar conectado en Twitter. Por cierto, si me buscas me encuentras en @ricardo_bosque.
3.- Google+. En dos palabras bien grandes y rojas, LA RED.
La última en nacer -mediados de 2011- y en la que llevo desde el primer día, si bien al principio, como suele ser habitual en mí… pues eso, sin saber cómo y para qué. Pero cuando, al poco tiempo de usarla, ves que aúna lo mejor de cada una de las anteriores -la parte visual de Facebook y la no reciprocidad en los seguimientos de Twitter- y le añade la ausencia de publicidad, el orden y la limpieza a la hora de mostrar los contenidos, la facilidad -obligatoriedad- en el momento de compartir qué cosa con qué personas, la calidad de los contenidos que se encuentra uno a poco que sea mínimamente selectivo en cuanto a las personas a «encircular», el posicionamiento en buscadores -en el Buscador- que se consigue para tus publicaciones -según cuentan los especialistas en social media-, la calidad y facilidad de las búsquedas en la propia red, el etiquetado de las publicaciones, las comunidades, los hangouts… por no hablar de la fabulosa aplicación para Android -cuentan que la desarrollada para iPhone también muy buena-, lo que la convierte, como he dicho antes, en la RED por excelencia, la red de la que más disfruto y a la que más horas dedico en una inversión muy rentable en términos de satisfacción conseguida. Al menos para mí, aunque, como suele decirse, sobre gustos…
Vamos, que si todavía no te gusta es que lo has probado poco, como la tónica. Y si ya estás en LA RED y quieres que nos veamos a menudo, me tienes aquí.
4.- Linkedin. Pues también estoy allí, aunque apenas la uso -hace mucho que no entro-, no disfruto con lo que veo y me tira un poco para atrás lo presumidos que nos volvemos todos cuando, como si no tuviéramos abuela, nos echamos unas flores a nosotros mismos a la hora de describirnos que ni te cuento. Vaya, que diríase que en Linkedin solo viven los más selectos, inteligentes y triunfadores del universo mundo.
Tal vez, sin embargo, esté siendo injusto y lo que suceda es que no es sitio para gente como yo, que no la necesite y sí resulte ideal sin embargo para quienes desean conseguir contactos profesionales, oportunidades de negocio… En fin, que tiene que haber redes para todos para que todos encontremos nuestro hueco en al menos una de ellas.
5.- Pinterest. Con lo que a mí me gusta todo lo relacionado con la imagen, fue enterarme de que había nacido una nueva red y abrir cuenta de inmediato. Y, qué quieres que te diga, un inicio bastante prometedor pero, como me sucede con muchas cosas, el interés inicial se va desvaneciendo, tal vez por no saber buscar a quién merece la pena seguir o porque me parece que Pinterest presenta muchas carencias y, desde luego, un desorden total en el modo de mostrar los contenidos que no va conmigo.
En fin, que no me hace tilín precisamente aunque mantenga la cuenta abierta, que nunca se sabe.
6.- Tumblr. La última a la que he llegado, tal vez buscando algo parecido a Pinterest -en cuanto a la preponderancia de la imagen- pero más ordenadito. Y claro, veo la facilidad para buscar a través de un correcto y abundante etiquetado, compruebo la calidad con que trabajan algunos tumbleadores y me digo que esto sí merece la pena, pero… pero uno no da más de sí y aunque lo intenta no llega a todas partes -de momento, tal vez algún día adquiera el don de la ubicuidad-. Y aunque sé que cuando uno está en una red no debe mostrarse simplemente pasivo, que debe aportar su granito a la comunidad, confieso que Tumblr me sirve, básicamente, como disfrute para la vista y aporte de contenidos, de ideas, que utilizar en las redes que más frecuento. Sí, ya sé que eso está muy feo, que eso no se hace, niño… Mea culpa.
Demasiadas redes, tal vez. Demasiado poco tiempo, seguro. Así que toca establecer prioridades, que hay vida más allá de internet
¿Y tú? ¿Qué redes sociales frecuentas? ¿Nos seguimos-vemos-leemos ya en alguna de ellas? ¿Quieres que lo hagamos a partir de ahora?
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