El antropólogo inocente

Esta nota la publiqué en otro blog hace ya 6 años, de ahí que tal vez sea necesario aclarar que el don Pelayo del siglo XXI a que hago referencia no es otro que cierto expresidente de gobierno de cuyo nombre no quiero acordarme. Si la reproduzco ahora es porque me ratifico en lo dicho y porque hace poco me preguntaban en una entrevista por un par de libros que no fueran de género negro y que me parecieran imprescindibles para un buen lector. Tuve dudas con otros, pero no con éste que ya recomendaba en 2006.

Cada vez que alguien abre la boca para hablar de los choques culturales entre pueblos, de las diferencias entre las culturas oriental y occidental, o meridional y setentrional, o ricas y pobres…, de las estúpidas alianzas de civilizaciones (palabras de nuestro don Pelayo del siglo XXI), me viene a la cabeza un libro encantador que leí hace muchos años y que nunca me canso de recomendar: El antropólogo inocente, de Nigel Barley.

Lo primero que llama la atención es que se trata de un libro que nació para cumplir una finalidad y terminó siendo algo muy distinto (me recuerda a esos padres que se empeñan en que el hijo sea médico y al final termina bombero). Véanse los orígenes de la cosa:

“¿Y por qué no haces un trabajo de campo? La cuestión me la planteó un colega al término de un más o menos etílico repaso de la situación de la antropología, la docencia universitaria y la vida académica en general.”

Así que, tras muchas dudas, tras pensar que todo estaba ya estudiado, Nigel Barley decidió viajar a Camerún para tratar de comprender las pautas de comportamiento de una tribu casi desconocida, los dowayos. Y como el cazador cazado, el estudioso termina siendo el objeto de estudio por parte de sus anfitriones africanos, convirtiendo al joven profesor en motivo de burla por su extraño comportamiento y en protagonista de las más diversas teorías antropológicas.

Escrito con un ritmo ágil muy alejado del carácter sesudo que se presume en este tipo de trabajos, El antropólogo inocente es uno de los libros más inteligentemente divertidos que uno puede leer. Y de esos que te ayudan a ver las cosas de otro modo, superando esa suficiencia nuestra que tanto suele pesarnos. El cambio experimentado por el autor durante su estancia entre los dowayos queda de manifiesto en las líneas que cierran el libro.

“Varias semanas después de mi retorno llamé por teléfono al amigo cuya conversación me había decidido a marcharme al campo.

–Ah, ya has vuelto.

–Sí.

–¿Ha sido aburrido?

–Sí.

–¿Te has puesto muy enfermo?

–Sí.

–¿Has traído unas notas a las que no encuentras ni pies ni cabeza y te has dado cuenta de que te olvidaste de hacer todas las preguntas importantes?

–Sí.

–¿Cuándo piensas volver?

Me reí débilmente. Sin embargo, seis meses más tarde regresaba al país Dowayo”

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5 comentarios sobre “El antropólogo inocente

  1. Lo he buscado en formato digital para comprarlo (si no tuviera un precio excesivo) y no lo he encontrado -algo demasiado habitual, por desgracia-, pero bueno ya está en mi lector. Ya comentaré que me ha parecido.

  2. Efectivamente, una falta de respeto que no se tenga en cuenta, por parte de muchas editoriales, a los lectores habituados al formato electrónico. O que nos tengan en cuenta para tomarnos el pelo miserablemente con precios de escándalo. Espero que te gusten las andanzas de este simpático antropólogo

  3. «El antropólogo inocente» lo tengo con los apuntes de Antropología social y cultural (me tocó hacer un trabajo acerca del mismo) Me encantó cómo se adaptó (más o menos) a todo… y las vicisitudes que pasa… Es un gran libro. Le regalé un ejemplar del mismo a mi compañero de piso que se iba a Bénin durante tres meses para terminar un proyecto de fin de carrera y también le encantó… Me contó cosas increíbles de aquella experiencia, que sumadas a las del libro me han dejado un recuerdo extraordinario de su lectura. Lo recomiendo totalmente. Gracias. Un saludo.

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