Los libros de la colección literaria Nube Negra, a 1 euro


Especializada en género policíaco, negro y criminal; la colección dirigida por Jesús Lens para la editorial Palabaristas ha publicado en formato digital novelas de autores consagrados como Guillermo Orsi, Amir Valle, Justo Vasco y Juan Ramón Biedma.

Nube Negra acaba de editar “La risa del diablo”, la novela más reciente del mexicano Rolo Diez.

Las novelas se pueden adquirir por 1 euro a través de la plataforma www.lektu.es.

Precio dinámico. Así se denomina una revolucionaria modalidad de adquisición de libros, en edición digital, que permite a todos lectores acceder de forma legal, barata, inmediata y sencilla a la compra de libros.

La editorial Palabaristas, a través de la plataforma Lektu publica los libros de su colección Nube Negra al precio de 1 euro. Y, a partir de ahí, si el comprador quiere pagar más por ellos al considerar que la obra lo merece, por respeto al trabajo del autor o, sencillamente, porque quiere y puede hacerlo; aparecerá en la página de Lektu como colaborador, cómplice y mecenas literario.

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De ahí el precio dinámico: los libros cuestan 1 euro, pero los lectores pueden pagar más por ellos y, de esa manera, retribuir con generosidad el trabajo de los autores. Porque la otra gran novedad que plantean la plataforma Lektu y esta modalidad de edición digital es el reparto de los porcentajes de venta entre autor, editor y plataforma.

Así, del euro que cuesta cada libro, el 67,76% de su precio es para el autor. A partir de ahí, 0,21 céntimos son para la plataforma Lektu, 0,10 céntimos para el editor y el resto, para el IVA y para gastos de edición.

Los porcentajes de reparto se mantienen idénticos para el caso de que los compradores del libro decidan pagar más por ellos. Además, la descarga de los libros a través de Lektu es cómoda y sencilla, sin necesidad de instalar programas o de utilizar complicados códigos o protecciones informáticas. El objetivo es facilitar la experiencia lectora y permitir que el lector pueda disfrutar del libro comprado en cualquier dispositivo: ordenador de mesa, portátil, tableta, e-reader, móvil… Accesibilidad, sencillez y bajo coste.

“Que ningún aficionado a la lectura se quede sin leer los libros de Nube Negra. Ese es nuestro objetivo”, señala Jesús Lens, director de la colección. “No vivimos buenos tiempos ni para la lírica ni para la prosa, pero no será el precio de los libros el que les aleje de los lectores. Al menos, no en la editorial Palabaristas, pionera en una forma revolucionaria de entender el mundo de la edición digital”, remacha.

Autores consagrados, en Nube Negra

El catálogo de Nube Negra comprende hasta la fecha cinco títulos.

“Mirando espero”, del cubano Justo Vasco, de descarga gratuita en formato de pago social, es una sólida novela sobre esa Cuba tan fascinante como contradictoria, que vive con un ojo en la isla y con otro en lo que viene de la Yuma, el vecino estadounidense.

“El árbol del Vaticano”, del argentino Guillermo Orsi, una apasionante novela policíaca de ciencia ficción que transcurre en una Buenos Aires del futuro que, quizá, pueda parece improbable, pero no imposible. Allí desaparece una mujer. Y hay que buscarla…

“Últimas noticias del infierno”, del cubano Amir Valle; una novela capital en su ciclo policial que tiene a La Habana Vieja como escenario. Una novela que nos servirá para conocer y descubrir a sus dos personajes paradigmáticos: Alain Bec y Alex Varga,

“El efecto Transilvania”, del español Juan Ramón Biedma, que transcurre en una Sevilla preapocalíptica, ominosa y amenazadora, en la que un grupo de jóvenes se enfrenta a lo desconocido. A lo real y auténticamente desconocido…

“La risa del diablo”, del mexicano Rolo Diez, un viaje a lomos de La Bestia en el que el pasado y presente van de la mano, quizá, mucho más íntimamente de lo que les gustaría reconocer a los dos protagonistas: un periodista de nota roja y un narco chingón.

 

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Mi monísimo Kindle y yo pasamos mil aventuras…


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Dos cosas hay de las que he prescindido en los últimos meses: la primera, allá por mayo y por voluntad propia, mi presencia en Facebook, red social que abandoné definitivamente después de varias idas y venidas al comprobar que no me aportaba nada y que, cada vez, me parecía más ineficaz, absurda, hipócrita (ese doble rasero de censurarte ciertas imágenes mientras el señor Zuckerberg no se cansaba de recomendarme webs de contactos con las mejores solteras de mi ciudad) e innecesaria; la segunda, no tan voluntariamente mi Kindle, que hace unas semanas me abandonaba -los efectos secundarios de un pisotón de un niño de cuatro años, creo- para ir allí donde vayan los ereaders que pasan a mejor vida.

Facebook no lo echo de menos, en absoluto, hasta me siento más libre y mejor persona y ser humano; lo del Kindle, sin embargo, ya lo llevo peor.

A ver, que el hecho de haber tenido que enterrar al lector de Amazon no me ha supuesto quedarme sin lectura digital, para eso tengo otro, un Bq Avant que también creía fenecido y, sin embargo, un calibrado de pantalla y a funcionar como el primer día. Y buscando, buscando, se encuentran cosas interesantes con que alimentarlo, a un precio razonable y, algo innegociable por mi parte, sin DRM que lo parió. ¿Dónde? Pues, por ejemplo, en Lektu, en Amarante, en Sinerrata y algunas otras editoriales y/o webs de venta de libros digitales.

También, por no ir de íntegro -o hacer un Monago, como podría decirse ahora-, se puede recurrir a algunas webs en las que encontrar -sin previo pago que valga- libros ya descatalogados o inencontrables en versión digital oficial. Que no digo que esté bien, pero a veces es el único recurso que nos queda a los lectores enfermizos.

¿Cuál es el problema, entonces? Pues, evidentemente, el brutal catálogo que ofrece Amazon -sí, mucha furrufalla, mucho autoeditado que no genera más que ruido molesto, pero también TODO lo disponible en el mercado- y, sobre todo, las ofertas, las puñeteras ofertas que otros sitios no copian, esos días -uno sí y otro también- en los que libros más que recomendables de los primeros espadas de la literatura mundial están al 50 %, tal vez no las últimas novedades pero sí sus penúltimos o antepenúltimos títulos publicados.

Ese aviso al email, ese jodido aviso que, muy a menudo, llega a mi buzón y me pone los dientes largos. ¿Lo compro, no lo compro?, pienso por unos segundos.

Pero, ¿qué coño vas tú a comprar, si el Kindle se fue para el otro barrio hace un par de meses? Vale, los podría leer en el ordenador o en el smartphone utilizando la aplicación correspondiente pero ni es lo mismo ni es igual.

Snif, snif. Llega la navidad. ¿Qué hago ahora? ¿Me tapo los oídos para evitar el dichoso canto de sirena amazónico de cada mañana, de cada semana al menos? ¿Me rasco el bolsillo y complemento con un nuevo Kindle mi resistente Bq?

Hummm…

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Inframuriendas


Todo esto era antiguamente territorio lolailo. En la actualidad, los nativos calós se concentran en un par de manzanas; el resto se lo reparten, en extraña armonía, negros, moros, payoponis y chinos en un crisol de culturas difícilmente superable. Los musulmanes se concentran mayoritariamente al principio -o final, según se mire- de la calle de las Armas. Será que el pasado tira lo suyo y, tal vez sin saberlo, se fueron reuniendo en torno al cementerio árabe hallado en la plaza de santo Domingo a principios de siglo cuando, en plena faena de sustitución de tuberías, aparecieron decenas de esqueletos dispuestos en posición fetal y mirando a la Meca, como el imán Islam cada vez que le nombras a la de la guadaña.

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Los diferentes tipos de habitantes del barrio también se reparten los bajos de los edificios en función de su nacionalidad o etnia: los moros, peluquerías, locutorios y alguna tiendecita en la que venden semola en sacos de veinte kilos; los chinos, bares y bazares; los gitanos y negros, no ejercen comercio alguno, al menos de un modo visible; y los payoponis, a pesar de su estatura, se limitan a jugar a voleibol en una pista improvisada en un solar abandonado en el que curiosamente, alguien ha colgado un cartel que dice “Esto no es un solar”.

Se nos está haciendo tarde: el mocoso de ayer nos dijo que podríamos encontrar a Fátima a primera hora y, al margen de lo que por aquí entiendan por primera hora, son ya las diez y me temo que podamos quedarnos de nuevo sin ver a la viuda de Ali. Afortunadamente, cuando nos acercamos a su portal tras haber decidido que podemos empezar la visita y posponer el registro para cuando llegue Rubén, vemos cómo el secretario dobla una esquina a unos cien metros de la vivienda y acelera el paso al reconocernos.

Sara le apremia todavía más dando unas palmaditas como quien llama al sereno. Rubén tuerce el gesto y se frena de golpe en señal de protesta.

-Claro, como vosotros vais a todas partes motorizados… Dependiendo del transporte público os querría yo ver, que con los últimos recortes en Justicia ni vehículos oficiales -salvo que tenga que ir el juez a hacer la compra- ni hostias.

-Haber elegido otra profesión, no te jode…

-Venga, chicos -trato de poner paz-, dejad de hacer manitas, ya tendréis tiempo más tarde y vamos ahora al tajo, a ver si se nos larga la Fátima y perdemos la mañana aquí.

Rubén sonríe; Sara, no precisamente, como era de esperar. En cualquier caso, consigo que dejen sus cosas de lado y podemos, por fin, enfrentarnos a las cuatro plantas sin ascensor que nos separan de la vivienda de Muhammad Ali.

Vivienda es decir mucho. Infravivienda le va grande. Dejémoslo en “lugar infecto que haría acogedoras las mazmorras de la Santa Inquisición”.

Fragmento de la segunda de mis novelas -todavía en fase de redacción- protagonizada por Ulises Sopena. Si quieres leer la primera, Cuestión de galones, puedes acceder a todos los puntos de venta (Amazon, IbookStore, Smashwords, Edibooks, Corte Inglés, Grammata…) desde la web de la editorial, en la que también lo podrás comprar en formato epub sin anticopia DRM. PVP: 3.99 euros.

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«Manda flores a mi entierro» en ebook. Portada y sinopsis


Todo parece indicar que Mercedes Samper, una acaudalada mujer, se ha suicidado para no tener que sufrir los últimos rigores de una enfermedad terminal. Así lo piensan todos sus familiares y la policía es de la misma opinión. Sin embargo, un inspector que en sus ratos libres se dedica a redondear su sueldo con investigaciones privadas, pronto descubre que hay un pequeño, mínimo detalle que rompe la armonía del conjunto…

«Manda flores a mi entierro», una novela ambientada en la Zaragoza actual y en unos ambientes cotidianos, desprende el aroma propio de los clásicos policiacos: un individuo, contra todo lo establecido e incluso contra todo lo conveniente, se va introduciendo poco a poco en una historia que, levantadas las primeras capas que le dan un tono respetable y humano, acaba mostrando una realidad distinta y, al fondo de todo, un pasado cenagoso.

Si quieres ir abriendo boca, puedes leer esta reseña que el escritor cubano Amir Valle hizo de la edición impresa de 2007

Próximamente en Literaturas com Libros

Ya en Google Play


Hasta ahora, mis dos novelas publicadas en formato electrónico estaban disponibles en las plataformas habituales, para todo tipo de ereaders o dispositivos de Apple (iPad, iPod o iPhone). Pues bien, desde ya mismo, si lo que tienes es una tablet o smartphone con sistema Android, ya puedes descargarte las primeras páginas en un solo clic desde Google Play y, si es el caso, comprarlas al módico precio de 3.79 euros cada una.

Más fácil, imposible. Y aunque solo sea para que veas lo bien que lucen en esos cacharretes, te animo a que te descargues la vista previa de cualquiera de ellas (o las dos, ya que es gratis) en los siguientes enlaces:

Cuestión de galones

https://play.google.com/store/books/details/Ricardo_Bosque_Cuesti%C3%B3n_de_Galones?id=mmMqEcpq17cC&feature=search_result#?t=W251bGwsMSwxLDEsImJvb2stbW1NcUVjcHExN2NDIl0.

El último avión a Lisboa

https://play.google.com/store/books/details?id=CeGyQqcI__oC&feature=md

 

«El último avión a Lisboa», ya en ebook


En junio de 2000 publiqué mi primera novela, El último avión a Lisboa. Pues bien, doce años más tarde y haciendo caso a eso de que hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad, lo impreso en su día se convierte en digital y la misma novela, pero profundamente revisada en el fondo y en la forma, aparece editada en formato ebook, disponible para cualquier lector del mercado o para las tablets también de cualquier tipo.

El precio, muy razonable, creo: 3,99 euros e incluso algunos céntimos menos en determinadas tiendas de internet que ofrecen precios especiales durante tiempo limitado.

Si tienes un Kindle lo puedes descargar desde Amazon. Para el resto de tiendas y formatos, desde la web de la editorial, donde también lo tienes en formato epub sin anticopia.

SINOPSIS:

En la triste y depauperada España de posguerra, donde aún colea la escasez, el racionamiento y la grisura, Antonio es un conserje de ministerio pluriempleado por las tardes y noches como acomodador en un cine. En medio de una vida anodina, apretado además por las sospechas de su jefe, que piensa de él que no es muy afecto al régimen, Antonio contempla con envidia las vidas y los heroicos caracteres de los personajes de la pantalla. Hasta que un día, Rick, el protagonista de Casablanca, esa película que tantas veces ha visto y se sabe de memoria, suelta de pronto una lágrima cuando el avión en que se va Ilsa despega rumbo a Lisboa…

Fascinante juego entre la realidad real y la realidad fingida, que llegan a entremezclarse de una forma sorprendente, “El último avión a Lisboa” es una pregunta abierta sobre nosotros mismos y el papel que a veces nos obligan a cumplir en la vida, sobre el guion ajeno que parecemos tener que seguir y la manera en que, quizá, pudiéramos huir de él.

El último avión a Lisboa. Portada y sinopsis


En la triste y depauperada España de posguerra, donde aún colea la escasez, el racionamiento y la grisura, Antonio es un conserje de ministerio pluriempleado por las tardes y noches como acomodador en un cine. En medio de una vida anodina, apretado además por las sospechas de su jefe, que piensa de él que no es muy afecto al régimen, Antonio contempla con envidia las vidas y los heroicos caracteres de los personajes de la pantalla. Hasta que un día, Rick, el protagonista de Casablanca, esa película que tantas veces ha visto y se sabe de memoria, suelta de pronto una lágrima cuando el avión en que se va Ilsa despega rumbo a Lisboa…

Fascinante juego entre la realidad real y la realidad fingida, que llegan a entremezclarse de una forma sorprendente, «El último avión a Lisboa» es una pregunta abierta sobre nosotros mismos y el papel que a veces nos obligan a cumplir en la vida, sobre el guion ajeno que parecemos tener que seguir y la manera en que, quizás, pudiéramos huir
de él.

Muy pronto en formato ebook en Literaturas com Libros.

Más información sobre la novela en la web El último avión a Lisboa

Alianza de Civilizaciones


Cansado se levanta de su sillón y amplía su radio de giro al comenzar a dar vueltas alrededor de nosotros. Si no fuera porque viste de blanco riguroso -es un clásico y jamás se le ha visto con un uniforme diferente del compuesto por bermudas, camisa de manga corta y calcetines altos, todo ello de un blanco inmaculado- y porque le considero un buen hombre incapaz de maldad alguna, se diría que es un buitre sobrevolando a quienes sabe van a terminar mal de un momento a otro.

-En efecto, no es mucho pero es lo que se puede hacer de momento. Y me alegra ver que parece que va sentando usted la cabeza y ha comprendido a la perfección la diferencia entre un inmigrante ilegal de origen norteafricano y un ciudadano presuntamente legal y miembro activo de la comunidad musulmana. Más exactamente, la diferencia entre las consecuencias que nos podría acarrear el mismo trato dispensado a esos dos perfiles distintos, que ya se sabe que unos somos más iguales ante la ley que otros. Además, con lo de la Alianza de Civilizaciones y todas esas mandangas debemos ser extremadamente cautos en investigaciones de este tipo, ya sabe a lo que me refiero.

-Por supuesto, coronel, y le repito que no debe preocuparse en absoluto al respecto que nos ocupa, que llevaremos al límite de la eficiencia las precauciones y procedimientos a seguir y que reportaremos informe puntual de cuantas evidencias coyunturales puedan afectar a la investigación en curso.

Cansado se muestra convencido -o aburrido, o despistado, no sé bien- con mi perorata formalista. Sara, por su parte, me ofrece la primera sonrisa contenida desde que hemos aparcado hace un rato el “affaire Rubén”, para lo cual se cubre el rostro con la mano derecha mientras desvía la mirada hacia la pared opuesta al punto en que se encuentra Cansado.

-Bien, pues aunque no debería hacerlo, confío en ustedes. Y espero no arrepentirme ni verme involucrado en un lamentable conflicto diplomático en estos últimos meses de carrera que me quedan. En fin, que sea lo que dios quiera.

-Insisto, coronel, no tiene porque preocuparse, andaremos con pies de plomo.

-Está bien, está bien, por mucho que lo repita no va a terminar de convencerme. Bien, si no hay nada más, ya pueden retirarse e ir a hacer su trabajo.

-Con su permiso coronel.

-Y, por favor…

-¿Sí?

-Tengan cuidado ahí fuera.

Salimos del despacho. No hemos alcanzado todavía el ascensor cuando Sara me pregunta por la aludida Alianza de Civilizaciones.

-Nada, una chorrada de principios de siglo, una entelequia surgida de la mente de un idealista inocentón y un tanto mediocre. Pero tú igual ni habías nacido, claro, cómo vas a acordarte; yo no tenía ni diez años, pero con la paliza que daba mi padre con las gilipolleces del tal Zapatero… De todos modos, te haré una confidencia: yo siempre he sido más de la Alianza Rebelde.

-Tampoco me suena.

-Claro, es que esa es todavía más antigua, si quieres te lo explico por el camino. Verás, hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana…

 

Fragmento de la segunda de mis novelas novelas -todavía en fase de redacción- protagonizada por Ulises Sopena. Si quieres leer el primero, Cuestión de galones, puedes acceder a todos los puntos de venta (Amazon, IbookStore, Smashwords, Edibooks, Corte Inglés, Grammata…) desde la web de la editorial, en la que también lo podrás comprar en formato epub sin anticopia DRM. PVP: 3.99 euros.

«Cuestión de galones», vista por Alberto Díaz-Villaseñor


“Cuestión de galones”, de Ricardo Bosque, es un buen ejemplo de cómo una trama policíaca no tiene por qué beber siempre de la sordidez y el escenario tópico que suelen ser recurrentes en el género. “Cuestión de galones” es un inteligentísimo texto cuya trama se desarrolla en una Zaragoza moderna y futurista, donde medran unos personajes de beautiful people absolutamente alejados en fondo y forma de lo que muchos creen que deben ser quienes nadan en este tipo de historias. No hay Santos Trinidad de aspecto grunge, ni polis amargados o fracasados con vidas personales insostenibles y autodestructivas, antes al contrario, los protagonistas se adivinan guapos, ricos (menos los policía, claro) y jóvenes (con alguna excepción).

Lee la reseña que Alberto Díaz-Villaseñor hace de mi última novela en El Marcapáginas

¿Perseguido?


Aprovecha que esa tarde no hay sesión para acudir a la proyección de la noche dando un largo paseo que le ayude a poner en orden sus ideas. Camina durante varias horas callejeando por el centro, convencido de que entre el gentío no tiene nada que temer. Cuando finalmente se encamina hacia el cine son ya las ocho de la tarde. Ha oscurecido por completo y una fina lluvia comienza a caer sobre la ciudad. Acelera el paso, arrimándose a las paredes en busca de la cicatera protección que le brindan los voladizos de los edificios. Las calles empiezan a vaciarse. Al llegar a la esquina, siente el impulso de mirar hacia atrás: ha creído notar la presencia de alguien a su espalda. Se vuelve y cree ver cómo un individuo se guarece en un portal. Sigue caminando con pasos más rápidos y girando, inquieto, la cabeza cada pocos metros. Cruza la calzada a la carrera y, ya desde la otra acera, puede ver a un hombre vestido con un viejo abrigo oscuro, demasiado grande para él. Usa un sombrero que le oculta parte del rostro y luce una poblada barba. Con las manos en los bolsillos del abrigo le contempla con absoluto descaro y Antonio, despavorido, echa a correr. Sin saber muy bien por qué calles se interna y temeroso de desembocar en algún callejón sin salida, da varios rodeos para evitar que el desconocido le pueda seguir hasta el cine.

Fragmento de «El último avión a Lisboa», también disponible en ebook (Literaturas com Libros)