«El marciano» o el infinito poder de la cinta aislante

Andaba yo hace unos días vagando (nunca mejor dicho) por el espacio interestelar de Facebook cuando una publicación del amigo Javi de Ríos me llamaba la atención: la novela El marciano, de Andy Weir, a la venta en Amazon por menos de dos euros. De inmediato me dije que por ese precio bien podía realizar el esfuerzo supino de hacer un clic de ratón: esa novela (cuya adaptación a la pantalla grande no había visto) podía suponer un buen descanso entre tanto asesinato como suelo leer a diario en el género que más frecuento.

No soy un lector habitual de ciencia ficción aunque, lógicamente, he hecho unas cuantas incursiones en él. Todo muy básico, no te vayas tú a pensar: Isaac Asimov, Arthur C. Clark, Douglas Adams (flipante su autoestopista galáctico), Stanislaw Lem, las ovejas eléctricas de Philip K. Dick y para de contar. Bueno, también están las novelas de a duro de Bruguera y similares que me dejó en herencia mi tía María y que firmaban autores puramente anglosajones como Curtis Garland, Clark Carrados, Ralph Barby y otros, pero eso ya es otra historia.

El planteamiento de la novela es sencillo: Mark Watney forma parte de una de las primeras expediciones al planeta Marte y queda abandonado a su suerte cuando el resto de la tripulación se enfrenta a una terrible tormenta dando por fallecido a su compañero. Pero no, milagrosamente sobrevive para enfrentarse a más de quinientos soles (la medida utilizada en el planeta rojo para contabilizar los días) armado con su formación como ingeniero, sus amplios conocimientos de botánica y un afilado sentido del humor. Ah, la infravalorada cinta aislante también le echa un cable en momentos clave, demostrando que, en ocasiones, las soluciones pequeñas pueden resolver grandes problemas (pensamiento filosófico del día).

El paralelismo de la novela con el Robinson Crusoe de Defoe es evidente, como dicen que también lo es con el Náufrago de Tom Hanks (pero es que yo no veo películas de Tom Hanks, como tampoco veo las protagonizadas por Meryl Streep; por cierto, acabo de leer mientras escribo estas líneas que Spielberg los ha juntado en su próxima película, que no veré por tanto por un doble motivo) y, como a Crusoe, a Watley se le abre el cielo cuando encuentra alguien con quien hablar: el náufrago del siglo XVIII en la persona de Viernes y el del siglo XXI en la del equipo de la NASA en Houston con quienes consigue establecer contacto gracias a su alucinante ingenio. No es que eso le suponga a priori mayores probabilidades de supervivencia pero, al menos, ya tiene alguien a quien contar sus cuitas, algo inherente a la naturaleza humana.

La novela es durilla, ya no porque su lectura sea compleja sino porque está muy bien documentada y tal vez las especificaciones técnicas la hacen ardua en algunos momentos en su afán de convertir una historia increíble en algo dotado de verosimilitud, pero para eso se inventó la lectura en diagonal, ¿no? En todo caso, la he disfrutado y mucho, y no descarto seguir la trayectoria de Weir en su siguiente novela que acaba de publicarse hace unos días en inglés (yo, obviamente, me esperaré a que alguien me la traduzca, mi conocimiento del idioma no da para mucho más que pedir unas pintas y un fish and chips en un pub británico): Artemis, ambientada en la primera ciudad habitada de la Luna y que parece tener cierto toquecillo criminal.

Al tiempo.

 

3 comentarios sobre “«El marciano» o el infinito poder de la cinta aislante

  1. Muy bien, a mi la ciencia ficción me gusta, no es que le dedique mucho tiempo, pero algo. En la lista de autores que has leído creo que te falta una que para mi es fundamental: Ursula K. Le Guin «Los desheredados», es magnífica. La novela «2001, una odisea en el espacio» me pareció genial y me puso en el camino de entender la película de Kubrick que había visto dos veces y no la entendí dos veces, luego la volví a ver otras dos más.
    Oye, he intentado pedir en Amazon la novela y me pone que «Versión Kindle» (0,00 €) o «Tapa blanda» (13,84 €). Pulso en la primera y me sale lo siguiente: «precio Kindle: 7,59 €) es algo más de los dos euros que tu has pagado. La pediré en la biblioteca pública que está disponible para el día 11 (ya la he reservado)

  2. Un comentario que refleja lo fundamental de «no hay libro malo» hasta que no se lo lea y se pueda navegar por la historia que relata. Pero el extraño misterio que me deja esta lectura es la manera de contar el encuentro con el libro, pues me lleva desde un típico impulso de compra hasta una historia personal para terminar en una crítica literaria. Gracias la lección.

  3. Estoy empezando a leer El Marciano. Sinceramente, no me está gustando. No nos dice nada, al menos en lo que llevo leído, que no es mucho, de cual es el sentido de una expedición a Marte, sí, se nos insinúa que en unos años habrá hombres viviendo en dicho planeta, pero el por qué no, ¿colonización? ¿obtener minerales fundamentales? ¿jugar con los muñecos astronautas como se divierte el actual presidente de los USA?
    Tampoco nada nos dice, al menos en lo que llevo leído, de la situación en la Tierra.
    Todo son soluciones técnicas, o al menos aparentemente. Una mala copia de Robinson Crusoe.
    No se si la terminaré. Menos mal que la pedí prestada en la biblioteca.

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